20 enero 2008

Obispos y la madre que los parió

Estoy muy hasta los winfors de los obispos y toda su tropa eclesiástica. Tenía muchas ganas de escribir algo dejando claro que la familia no está siendo atacada por nadie, ni se está rompiendo , ni gaitas del estilo.
Pero Salvador Cantabrana Jiménez me ha facilitado esta tarea al enviar la siguiente carta a la sección "cartas al director" del diario La Rioja:

"No, no voy a caer en la tentación, Dios me libre, de hablar de los obispos. A mí no me provocan, los ignoro, no me entero de lo que predican ni me importa. No digo que me parecen unos hipócritas cuando defienden la familia cuando ellos reniegan de formar una. No les contesto que son unos descarados al hablar de derechos humanos y de democracia cuando la Iglesia es la institución más antidemocrática, machista y ocultista que existe. No ler replico por clamar contra el divorio aunque ellos no se casen y sí hagan nulos los matrimonios eclesiásticos si hay dinero por medio. Ni que estén en contra de los anticonceptivos, aunque sirvan para prevenir el sida, si ellos no lo usan, se supone. No entro al trapo ni les reclamo más atención para con los más débiles y desposeídos, con los que pasan hambre y sufren la guerra y la persecución, como la doctrina cristiana proclama. No digo nada acerca de cómo tratan los casos de pederastia que de vez en cuando salpican a alguno de sus miembros, ni de las declaraciones del obispo de Tenerife acerca de las provocaciones de los jóvenes, ni de la obsesión que tienen por la sexualidad. No les critico que en vez de tratar de crear un ambiente de más concordia y entendimiento con el conjunto de la sociedad se empeñen en crispar y provocar con sus declaraciones y de manterner una radio con una línea informativa que es guerrera-civilista e irrespetuosa, que insulta sin piedad, y que se aleja infinitamente de amor y de la caridad cristiana.


Ni que pretendan legislar a su antojo, poniendo y quitando leyes, emulando a los talibanes de otras religiones. No pueden, nadie los ha elegido para eso.
No, no les voy a contestar. No les voy a hacer el juego. Prefiero ignorarlos, seguir viviendo como si no existiesen, tratando de vivir y dejando vivir, respetando a todos y pidiendo también respeto para mí. Ni impongo nada ni quiero que me impongan. No delinquimos por pensar distinto. Que dejen de atormentarnos con sus anatemas. No nos vamos a condenar por ser distintos a ellos. No somos peores por eso, ni mucho menos. Tenemos valores muy importantes que defendemos con orgullo, como la justicia social, la solidaridad entre los pueblos, el derecho a la libertad y a vivir en paz en un mundo mejor, donde cabemos todos.
Pero no he podido por más que hablar de ellos, y que me han vuelto a ganar. Son muy listos, llevan 2.000 años al pie del cañón inasequibles al desaliento, y les he contestado. Lo siento, me impongo una penitencia y prometo no hacerlo más, para no ayudarles a que se crezcan. Para que vuelvan a sus templos y se dirijan a sus fieles desde donde corresponde, y que nos dejen de ver como sus enemigos a los que no comulgamos ni con sus ideas retrógradas, ni con sus declaracines desafiantes. Que extiendan y propaguen la concordia, el amor y la paz, que no es pedirles mucho a los representantes de Dios en la tierra."

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