Después de la preceptiva quema del Corán, engullí los tres primeros episodios de la tercera temporada de True Blood. Y qué buenos me han sabido. Si la primera temporada me gustó por la novedad, los personajes y la trama, y la segunda empezó floja pero se animó mediada la temporada, esta tercera tiene un arranque bestial, en el que suceden cosas a un ritmo de vértigo. Desde luego es la temporada que más me está gustando, esperemos que se mantenga el nivel durante los doce episodios.
Por otro lado, ayer comencé a ver Paradox, serie británica que, como está siendo habitual últimamente por las tierras británicas, más que serie es miniserie (5 episodios), y es la respuesta a la americana Flashforward (serie que empecé a ver pero que ante el maltrato que Cuatro da a sus series no tuve más remedio que dejar de ver). Y la verdad, también me gustó. La recomiendo fervientemente, al menos de momento. Esperemos que la cosa no se tuerza porque el argumento engancha y mucho.
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