Algunos, (muchos, seguramente), se rasgarán las vestiduras,
si es que todavía hay gente que hace eso, al dejar esta reseña en mis manos. Yo
en su lugar lo haría (si todavía se rasgaran). Y sería justo. Porque, ¿cómo
describir con palabras lo que este genio ha transmitido al que esto escribe?
Recuerdo que en C.O.U., la asignatura Historia del arte era de mis preferidas. No sólo porque nos subían
a una sala especial dotada con proyector de diapositivas y en donde escapabas
de la mirada de la profesora amparándote en la oscuridad. Sí, pero no. Me
gustaba oír las explicaciones detalladas del Laocoonte, la novedad que supuso la curva praxitélica, el
hieratismo, los escorzos, las cariátides, los significados de lo que se
representaba en los lienzos, los nombres técnicos, la bóveda de cañón y la de
medio punto, el arco ojival, el de herradura, el arbotante o botarel… tantos y
tantos términos… y seguramente nos quedamos cortos, como suele pasar.
Reseña completa en LyL.
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