Todos tenemos un grupo (o dos, o tres, o más…) de música del
que somos fans, sobre todo cuando somos adolescentes. Grupos que se quedarán
con nosotros toda la vida, aunque desaparezcan, se disuelvan, mueran sus
miembros o se dediquen a otras cosas. Grupos de los buenos (no de estos de
ahora que duran dos telediarios y empapan las bragas de quinceañeras que hacen
cola en los estadios para conseguir entradas a costa de perder días de clase)
que nos han sorprendido por su manera de enfocar la música, por traernos un
sonido nuevo, o unas melodías pegadizas o unas letras que parecen ir dirigidas
en exclusiva a ti o por una mezcla de todo, porque te llegan, sin más.
Reseña completa en LyL.
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