TÍTULO: El invierno del dibujante
AUTORES: PACO ROCA,
EDITORIAL: ASTIBERRI EDICIONES
ENCUADERNACIÓN: Cartoné
PÁGINAS: 128
COLOR
16 EUROS
El viernes, en la librería, ya estaba dirigiendo mis pasos a la caja, con el cómic El velo en las manos, cuando otro título, El invierno del dibujante cambió mi rumbo hacia él. Ya lo había visto otras veces y todas las reseñas que había leído sobre él lo ponían muy bien, tanto que se decía que era el cómic del año (pasado) en España. Llegué a tenerlo en las manos en el momento en el que salió a la venta (ya se ha publicado una segunda edición), pero, por alguna razón, lo deseché en favor de algún otro. Sin embargo, el viernes sí era su momento. Devolví "El velo" a su lugar en el estante y cogí el tomo de Paco Roca.
Esa portada grisácea con el tranvía con la propaganda de Cinzano (que posteriormente sería la portada del primer número de Tio Vivo), el guardia de tráfico, las ropas y modas de antes, el cajón de Veterano, y, ya en el interior, las viñetas con un estilo tan ... limpio, la peculiaridad de definir cada capítulo/estación el fondo de un color distinto, la cuidada encuadernación de Astiberri... me ganaron.
Además, últimamente no me apetecen cómics de superhéroes. Empiezan a cansarme y prefiero un material más "adulto", por decirlo de alguna forma. Quiero leer más historias de "gente normal, de la calle", no de Gotham o Krypton.
Por otra parte a Paco Roca ya lo había leído en el tratamiento que dedicó al Alzheimer en el genial Arrugas y, por tanto, ya conocía su buenhacer.
Pues bien. Antes de hablar del cómic en cuestión, me gustaría advertir sobre la existencia de un índice de dibujantes que aparecen en él, y que está colocado al final del cómic. Todos conocemos a Vázquez (recientemente Santiago Segura lo ha encarnado en el cine), Ibáñez, Escobar y Victor Mora (El capitán Trueno), pero seguro que muchos (y me incluyo) no han oído hablar de Cifré (reporter Tribulete), Nadal (Pascual, mayordomo leal), Raf (Sir Tim O'Theo) o Ledesma entre otros, así que no está de más consultarlo antes o durante la lectura.
¿Y de qué va el cómic?
Pues como bien indica la contraportada, "En 1957 en España ser historietista no era ser artista, sino obrero de la viñeta. Se trabajaba a tanto por página, trabajando a destajo, siguiendo unos patrones establecidos. Renunciaban a sus originales (que se publicaban una y otra vez en distintos números y revistas sin volver a pagar por ello al dibujante) a cambio de parné y sacrificaban familia y ocio encadenados a sus mesas de trabajo por sobrevivir o vivir en precario".
(A la izda. homenaje de Paco Roca para Laraña. A la derecha, el original del número uno de Tio Vivo)
Por eso cinco historietistas, los cinco mejores de la editorial Bruguera, deciden montar su propia revista, (Tio Vivo), y ser ellos los autores, gestores y dueños de sus propias obras.
Por desgracia Bruguera presionó por varios frentes para que ese sueño de libertad fracasara, y un año después, los cinco tuvieron que volver al redil de mamá Bruguera.
Todo esto, que parece así contado poca cosa, exige una tarea ingente de documentación y se nos cuenta en 128 páginas que he devorado casi sin darme cuenta.
El invierno del dibujante es, aparte de un gran entretenimiento, una lección de historia. Una parte de nuestra historia, que no conocíamos y que gustará también a nuestros padres, posiblemente más familiarizados que nosotros con los tebeos y personajes de la época en la que transcurre el cómic.
Muy pocas veces me queda una sensación tan buena tras leer un cómic.
Muy pocas veces esa sensación me dura tanto.
Y muy pocas veces una minirreseña se extiende tanto.
Por algo será.
(Aquí puede verse el primer capítulo del cómic).
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