07 julio 2012

Drácula, de Robin Wood y Alberto Salinas
























Título:
Drácula -Biblioteca Robin Wood- Alberto Salinas
Guión
: Robin Wood.
Dibujo: Alberto Salinas.
Formato: Rustica.
Editorial: ECC Ediciones.
Páginas: 128, En blanco y negro.
Precio: 9´95 €.

Todos sabemos que el Drácula de Bram Stoker es un mal bicho. Lo sabemos más que nada por lo que cuentan de él en las cartas, telegramas y diarios Mina, Jonathan Harper y algún otro. También sabemos que Stoker basó su novela en el personaje histórico Vlad Tepes, el Empalador.

Drácula, (se pueden contar con los dedos de la mano las veces que se le llama Vlad en el cómic a reseñar), es un tío malote. Pero malote, malote de verdad. No conoce la piedad con el enemigo. No hace prisioneros y empala todo lo que pilla. Es implacable, rígido, estratega, inteligente y, y porque no decirlo, cabezota. Pone a raya hasta a sus propios carceleros y en su infancia (nada tierna) , durante el cautiverio forzoso ordenado por su padre –algo que era práctica habitual por aquellos tiempo- osa insultar a sus poderosos captores.

En definitiva, es un tío de pelo en pecho, sanguinario y, repito, muy muy malote. Y eso a alguna le pone tanto que se casa con él.

A pesar de la siniestra portada con un Drácula en el centro, un perro con cara de pocos amigos, un sirviente jorobado y un castillo al fondo en una noche de tormenta, aquí no hay vampiros ni cosicas de ultratumba. Si acaso alguna mención a que Drácula, el príncipe de Valaquia, es tan terrible en la guerra, tan cruel y sanguinario, que ni la muerte quiere enfrentarse a él; o un grito durante la batalla del palo de “sólo los muertos lograrán entrar en Valaquia”,…

La historia quiere hacer hincapié en la territorialidad. Drácula sueña con expulsar a turcos, boyardos y germanos de sus tierras y lograr así la unidad de Valaquia, Transilvania y Moldavia en (una, grande y libre) Rumanía. “Yo soy Valaquia”, dice, o “¡No vengáis a Valaquia, turcos! ¡Valaquia viene a vosotros!” suelta cuando se dirige hacia el ejército turco. Así se las gastaba Vlad. Un poco trastornado ya estaba, ya.

En el cómic vemos un repaso de la vida de nuestro sí-muerto desde su infancia hasta su muerte, pasando por exilios, cárceles, tronos…con especial interés a los episodios de guerra: al disponer siempre de ejércitos pequeños debía usar la táctica de guerrillas, envenenar el agua, quemar los campos… y no hacer prisioneros.

Despotismo, arrogancia y chulería son adjetivos que casan a la perfección con éste Drácula.

Por otra parte, el dibujo es realista, claro, limpio, cuidado y de estética clásica algo que se agradece y favorece una narración que en ocasiones se vuelve cansina ya que parece que asistimos una y otra vez a un mismo ciclo.

Lectura interesante.

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